jueves, 27 de noviembre de 2014

MATRIX Y EL MITO DE LA CAVERNA










Andy y Larry Wachowski sorprendieron al mundo entero en 1999 con The Matrix. Esta película supuso toda una revolución debido a sus efectos especiales, la estética de sus personajes y el mensaje que transmitía.
          
La teoría de las Ideas

            Para poder entender el mito de la caverna es indispensable explicar la teoría de las Ideas de Platón.
            La teoría de las Ideas representa el núcleo de la filosofía platónica, el eje a través del cual se articula todo su pensamiento. No se encuentra formulada como tal en ninguna de sus obras, sino tratada, desde diferentes aspectos, en varias de sus obras de madurez.
Tradicionalmente se ha interpretado la teoría de las Ideas de la siguiente manera: Platón distingue dos modos de realidad, una, a la que llama inteligible, y otra a la que llama sensible. La realidad inteligible, a la que denomina "Idea", tiene las características de ser inmaterial, eterna,  por consiguiente ajena al cambio y constituye el modelo o arquetipo de la otra realidad, la sensible o visible, constituida por lo que ordinariamente llamamos "cosas" y que tiene las características de ser material, corruptible, (sometida al cambio, esto es, a la generación y a la destrucción), y que resulta no ser más que una copia de la realidad inteligible.
La primera forma de realidad, constituida por las Ideas, representaría el verdadero ser, mientras que de la segunda forma de realidad, las realidades materiales o "cosas", hallándose en un constante cambio, nunca podrá decirse de ellas que verdaderamente son. Además, sólo la Idea es susceptible de un verdadero conocimiento, mientras que la realidad sensible, las cosas, sólo son susceptibles de opinión.
            Lógicamente la Teoría de las ideas es mucho más compleja que todo esto, Platón invirtió gran parte de su vida en desarrollarla y existen cientos de libros que la analizan, interpretan y desarrollan, pero esta brevísima exposición da una idea aproximada.

El mito de la caverna


            Al principio del Libro VII de La República Platón expone el mito de la caverna:
Imaginemos una profunda cueva donde en el fondo de ésta se encuentren un grupo de hombres que han vivido encadenados a las paredes desde el día de su nacimiento. Dichas cadenas les sujetan el cuello de forma que son incapaces de girar la cabeza y todo lo que pueden hacer es mirar la pared del fondo de la caverna.
            Justo detrás de estos hombres encadenados hay un muro con un pasillo y una hoguera. Más allá se encuentra la entrada a la profunda caverna. Por el pasillo del muro circulan hombres que llevan consigo todo tipo de objetos y cuyas sombras (gracias a la luz de la hoguera) se proyectan en la pared del fondo de la caverna, la única pared que los prisioneros encadenados desde su nacimiento pueden ver.
            Debido a su condición los hombres encadenados consideran como su realidad y su verdad las sombras en la pared. Están condenados a creer que sólo son ciertas las sombras que se reflejan en la pared puesto que es todo lo que pueden percibir ya que son ajenos a lo que ocurre a sus espaldas.
            Imaginemos ahora que uno de esos prisioneros fuese liberado de sus ataduras y obligado a mirar directamente a la hoguera. El brillante y cegador fuego se convierte repentinamente en una nueva realidad, es además una realidad más compleja debido a que es fundamentadora de su antigua percepción del mundo, reflejando el error en el que había esta sumido.
            Tras comprender su nueva situación el prisionero es forzado a continuar su camino y debe salir de la cueva a través de una escarpada pendiente. El durísimo ascenso le provoca heridas y magulladuras. Pero su gran esfuerzo es recompensado con la visión del mundo exterior. En él es capaz de ver las verdaderas cosas que antes solo podía percibir en las sombras reflejadas en la pared de la caverna, es conscientes de que lo que ahora ve son los verdaderos objetos, los que fundamentaban a aquellos que se usaban para ser reflejados en la pared.
Se le obliga también a mirar al Sol y la visión de este lo ciega, pero también le hace comprender que es lo que lo fundamenta todo.
Una vez el prisionero liberado logra comprender y asimilar su nueva percepción de la realidad es obligado a retornar al fondo de la caverna para poder “liberar” a sus hermanos cautivos. Éste les habla de todo lo que ha visto, del error de su existencia y de su percepción del mundo y de la falsedad de las sombras. Para su sorpresa sus antiguos compañeros se ríen de él. Lo acusan de estar ciego por haber pasado de la claridad del Sol a la oscuridad de la caverna. Más aún, cuando nuestro prisionero logra liberar a sus hermanos y los fuerza a subir por la escarpada y peligrosa pendiente para salir de la caverna, éstos lo matan.

The Matrix
           
            A estas alturas muchos de vosotros ya habréis visto las semejanzas entre el mito de la caverna y la película de los hermanos Wachowski:
            La prisión para la mente humana llamada Matrix es la caverna y el Sr.Anderson / Neo es el prisionero desencadenado forzado a realizar el tortuoso viaje de iluminación. Pero ahí no se detienen los símiles… Recordad conmigo el tortuoso despertar al mundo real de Neo. Es un traumático y vertiginoso parto, culminado con una significativa ascensión hacía un haz de luz cegador que luego resultaría ser la Nebuchadnezzar (la nave de Morpheo), ¿casualidad?
            Encontramos más paralelismos conforme avanza la película mezclados con las revelaciones que Morpheo va haciéndole a su nuevo pupilo: La humanidad ha sido subyugada, Matrix es una gran mentira, es una prisión para el alma… y que él es el elegido. Sobre él recae el poder y la responsabilidad de hacer caer a la venda de los ojos a los humanos prisioneros en Matrix. Él debe deshacer el camino andado para volver a lo más profundo de la caverna e intentar mostrar la verdadera realidad a sus antiguos hermanos.
           

GALERÍA DE FILÓSOFOS MEDIEVALES






                                       GALERÍA DE FILÓSOFOS MEDIEVALES


San Agustín de Hipona


(354 - 430)



La obra de San Agustín de Hipona supone la primera gran síntesis entre el cristianismo y la filosofía platónica. Aunque inspirado por la fe, que se confunde con la razón, el pensamiento de San Agustín dominará el panorama filosófico cristiano hasta la aparición de la filosofía tomista, ejerciendo un influjo considerable en la práctica totalidad de pensadores cristianos durante siglos.




San Anselmo de Canterbury


(1033_1109)



San Anselmo era originario de Aosta, en el Piamonte, en Italia, donde nació en el año 1033. A pesar de ello es más comúnmente conocido como san Anselmo de Canterbury, al haber sido arzobispo de dicha ciudad durante algunos años, donde murió en 1109. Su educación corrió a cargo de los benedictinos, luego de una experiencia poco afortunada con el primero de los profesores a los que fue encomendado, al no haberle sabido transmitir el aprecio por los estudios.


Santo Tomás de Aquino


(1225 - 1274)



La obra de Sto. Tomás de Aquino es el resultado de la síntesis de la filosofía aristotélica con la tradición filosófica y teológica del cristianismo y, en cuanto tal, representa el momento cumbre de la Escolástica cristiana. Surgida en un entorno polémico, suscitado por el desarrollo del averroísmo latino, se irá, no obstante, imponiendo paulatinamente, hasta ser aceptada por las altas jerarquías de la Iglesia.







Guillermo de Ockham


(1285-1349)

Se desconoce la fecha exacta del nacimiento de Guillermo de Ockham, (escrito también Occam), que se situa, según lo que se puede deducir partiendo de los pocos acontecimientos que conocemos de su vida, entre los años 1280, como pronto, y 1300, como muy tarde. Según unos nació en el lugar llamado Ockham, en el condado de Surrey, al sur de Londres, mientras que otros consideran que Ockham era simplemente su apellido. Se sabe que ingresó muy joven en la orden mendicante de los franciscanos, y que realizó sus estudios en Oxford, debiendo alcanzar el grado de bachiller en los años 1316-20; según unos, alcanzó también el grado de "magister", llegando a enseñar lógica y teología en las escuelas franciscanas (en París, precisan algunos) hasta el año 1323, en que fue convocado a Aviñon por la corte pontificia, acusado de herejía.





Tomás Moro



(1478-1535)



Tomás Moro nació en Londres en 1478, de familia acomodada y noble, ciudad de la que sería alguacil, posteriormente. Tras la realización de sus primeros estudios pasa a formar parte del séquito del cardenal arzobispo de Canterbury Juan Morton, donde continuó su formación, profundizando en los estudios teóricos. Será, sin embargo, en Oxford en donde completará su formación intelectual, orientada hacia el estudio de los clásicos, entablando posterior amistad con otros humanistas de la época, como Erasmo, pese a que los deseos de su padre le llevaron a ejercer como jurista y magistrado en Londres.

EL MITO DE LA CAVERNA. PLATÓN

EL MITO DE LA CAVERNA. PLATÓN
En el mito de la caverna platón da a conocer la teoría de las ideas. Una sería epistemológica  y la otra antropológica.
En este mito Platón nos ubica en una cueva en la que se encuentran varios prisioneros atados sin que se pudiesen desplazar. Atrás suya habría un fuego que haría proyectar unas sombras y objetos sobre la pared de la cueva. Aquí Platón hace una metáfora en la que los prisioneros encadenados serían como el alma que estaría pegada a un cuerpo terrenal perteneciente al mundo de las cosas (por lo que sería imperfecto) en el que los conocimientos son solo sombras.
¿Pero y si alguno de los prisioneros fuese capaz de desatarse? En ese momento se daría cuenta de que el fuego y los objetos reales eran los que proyectaban eso en la pared, que tan solo eran sombras de la realidad. A causa de esto sabría la verdad y sentiría un gran dolor. Pasaría lo mismo si ese prisionero saliese hacia la superficie.
Esto permitiría al humano liberarse del mundo sensible para lograr llegar al mundo de las ideas al que solo se puede llegar por medio del alma y la razón. Este mundo no sería mutable y sería eterno, imperceptible y perfecto.
Si nos referimos al aspecto epistemológico, la caverna sería el mundo de las cosas, que sería imperfecto, mutable, agotable y engañoso, como las sombras proyectadas en la pared.
En la situación de los prisioneros solo conocerían lo que pueden captar por los sentidos, por eso cuando son liberados estarían más cerca de hallar el verdadero conocimiento ( que para Platón no sería completo , sería la opinión o Doxa).

Una vez saliesen y conociesen todo el mundo exterior y de lo que está compuesto, sería aquel el conocimiento verdadero, llamado Episteme.

FE Y RAZÓN SEGÚN T. DE AQUINO.

En la época de Santo Tomás la obra de Aristóteles había llegado al mundo cristiano de la mano de Averroes, a través del averroísmo latino, en el que, entre otras cosas que contradecían el dogma católico, se mantenía la teoría de la doble verdad: una era la verdad de razón y otra era la verdad de fe, de tal manera que no tenían por qué coincidir, e incluso, podían entrar en contradicción.
Santo Tomás rechaza esta teoría. Para él, las verdades de fe y las de razón tienen que coincidir, ya que, según él, ambas provienen de Dios. Si alguna vez la razón contradice a la revelación (palabra de Dios), porque el hombre se halla equivocado, siempre es la razón la que debe someterse a la fe.
Por tanto, el pensamiento tomista ha consistido en un esfuerzo por integrar la filosofía (aristotélica) con la teología, creyendo útil la utilización de ambas para lograr la salvación. Aunque ambas teorías son compatibles -según Aquino- son diferentes:
La filosofía se ocupa de las verdades accesibles a la razón humana y su alcance es limitado. Pero dado que la filosofía se preocupa por el ser, sus causas y principios, esta debe estar coronada por la metafísica y buscar la causa primera de todo ser, Dios.
A la teología Santo Tomás la define como la doctrina de la revelación, aquello que busca la palabra de Dios fundamentándose en la fe. Mediante la fe se alcanza el conocimiento de aquello que se encuentra más allá de los límites humanos. En el contenido de la revelación, Santo Tomás distingue entre:
Lo revelado: lo llama “artículos de fe”. Consiste en una serie de conocimientos sobre Dios que han sido reveladas por Él y que, por lo tanto, exceden de la capacidad de la razón humana, por lo que se aceptan basándose en su autoridad y no en evidencias y demostraciones. Son las también llamadas verdades de fe.
Lo revelable: lo llama “preámbulos de fe”. Son también conocimientos sobre Dios, pero accesibles a la razón humana. Son las explicaciones de la Biblia, que pueden ser explicadas racionalmente. Son las también llamadas verdades de razón.

Ambas son fuentes de conocimiento, pero la razón tiene un límite a partir del cual se sitúa la fe, con lo que la fe aporta conocimientos que la razón no puede alcanzar, viniendo así a perfeccionarla (este concepto se puede relacionar con el de San Agustín de Hipona sobre la fe y la razón).


POR ÁLVARO ALEMÁN RANDO. 

¿ACTUALIDAD Y CAVERNA SON COMPATIBLES?

Platón nos da una idea sobre lo que es el mundo de las ideas donde existe un mundo de los sentidos y otro que es el de las ideas. (Inteligible y sensible respectivamente) 

En esta sociedad, cuando nacemos no tenemos elección para que camino tomar desde que nacemos, nacemos en una sociedad donde los valores, ideas, costumbres y tradiciones son inculcados poco a poco. Somos, por así decirlo, prisioneros de la sociedad. 

Nos criamos con los medios de comunicación que nos rodean, los cuales están controlados y politizados por alguna persona más importante que nos trasmite un mensaje subliminal sobre como hay que ser en esta sociedad y critica que todo lo que no sea así es raro o "friki" y es marginado socialmente.

Vivimos en un desfile de sombras, al igual que en el mito de la caverna donde la gente está encerrada y solo ve sombras y una verdad porque las demás no las conocen. Digo que vivimos en un desfile de sombras porque al nacer se nos inculcan cosas sin saber nada más ni conocer otro tipo de vida, ni de valores, ni de costumbres. El principal protagonista de este baile de máscaras es nuestro televisor.
La sociedad también va cambiando y poco a poco la juventud se vuelve más vaga y no se interesa por sus valores ni por nada que pueda cambiar sus vidas y prefieren estar encerrados en la caverna viendo como pasa gente por delante suya que dice algo y ellos se los creen, cada vez somos más vagos porque lo que intenta ahora la juventud es conseguir una respuesta cómoda y rápida internet, que no requiere un esfuerzo mental ni físico. 

De esta manera muchos viven manipulados, "engañados", sin elementos de juicio propio para valorar la información que perciben, el cuestionar de las cosas brilla por su ausencia. Para conseguir información en esta sociedad tan solapada a intereses económicos, es necesario traspasar la barrera de lo sensible y conseguir ver con nuestros propios ojos la verdad sin contaminaciones ni mensajes subliminales escondidos en ella. 

Lo más difícil para el prisionero de la sociedad como los de la caverna es cuestionarse la verdad cómoda en la que vivimos donde solo unos pocos lo consiguen y son tachados de herejes por ser distintos a los demás.

El camino a las ideas es bastante difícil de alcanzar ya que hay que abandonar multitud de mentiras y de falsas sombras, este camino de liberación se facilita mediante el conocimiento y el estudio. Pero lo realmente difícil de conseguir es cuando una persona ya ha llegado al mundo inteligible e intenta convencer a sus compañeros de la caverna que el mundo que ven, el de las ideas, no es el verdadero, sino que es un reflejo o copia.


POR ÁLVARO ALEMÁN RANDO. 

Filosofía de "El Nombre de la Rosa"

La película proviene de un grandísimo libro (en los dos sentidos: literario y voluminoso), cuyo autor es un catedrático de semiótica, rara especialidad a medio camino entre la filosofía y la lingüística, italiano para abundar más en la rareza, y especializado en la estética de Santo Tomás. Para mayor escarnio, no son pocos los fragmentos en latín, y sus protagonistas suelen hablar de teología, de filosofía, etc. Es decir, lo tiene todo para ser un minoritario y hostil libro de culto.

Una de las claves de su éxito es que no tiene un lector-tipo: Eco es avaricioso en esto, quiere abarcar un amplio espectro. En primer lugar, el lector es, por definición, alguien que desea saber, un curioso. Por ello, la estructura aparente de la novela es policíaca: un problema, una investigación, un resultado. Pero el lector todavía más curioso tampoco queda defraudado: el problema no es uno sino muchos: cadáveres, claves religiosas que ocultan causas materiales, profecías que parecen cumplirse, referentes filosóficos, un enigma en griego, evocaciones a antiguos misterios, etc. Dicho de otro modo, esta novela contenta a los lectores del género detectivesco, pero también a muchos otros que quieren algo más. La obra está concebida para más de un lector (no es tan cierto que tenga “varias lecturas”). Lo maravilloso del libro, la clave de su éxito es probablemente esta posibilidad de que casi cualquier lector pueda disfrutar con él: desde el que sólo busca entretenimiento hasta el paladar más sutil.

Jean-Jacques Annaud, el director de la película, obsequió a los amantes del texto de Eco con una versión muy fiel al espíritu del libro. Desde luego, quienes esperasen una traslación literal de la novela quedaron decepcionados, pero tal cosa no es posible por la extensión de la obra escrita, como tampoco lo es todo el conjunto de latinismos, ni las pormenorizadas discusiones que mantienen los frailes sobre cuestiones filosófico-teológicas.

Es cierto que hay algunas diferencias entre el libro y la película. Empiezan en las primeras páginas/minutos con el epatante episodio del caballo, sustituido en la película por una indagación sobre el lugar donde están las letrinas. Algo mayor es la diferencia respecto al protagonismo de la campesina, que apenas interviene en la novela (salvo para la escena de iniciación sexual de Adso), y que en la película es recurrente. Annaud, además, incide mucho más que Eco en el asunto de la ejecución de los herejes, entre los cuales incluye a la muchacha (hay aquí mayor maniqueísmo que en el texto). Igualmente, y tal vez sea éste el punto más discutible de la adaptación, reaparece al final, cuando Adso y Guillermo parten tras el incendio y ella los espera en un recodo del camino. Se trata de un recurso que parece demasiado fácil, una concesión excesivamente comercial, y por un momento creemos que vamos a asistir a un happy end. Sin embargo, creo que hay aquí una lección de cine porque la cámara lo dice todo, no es necesario el diálogo con palabras (el cine no es literatura, su lenguaje es otro); la escena se desarrolla en un magistral juego de miradas apenas subrayado por la susurrante voz en off de Adso. La campesina le mira pidiendo angustiosamente que la lleve con él, que la saque de la pobreza y del hambre, incluso que la convierta en su concubina, pues todo ello es preferible a tener que ceder su cuerpo a malolientes frailes a cambio de despojos. 

Adso se detiene, la mira a su vez, duda. Guillermo también se detiene, sus ojos le recuerdan la obligación del monje que aún ha de aprenderlo todo, pero también hay en esa mirada la comprensión del franciscano que hubiera entendido, casi que hubiera envidiado. Y Adso mira a uno y a otra, duda radicalmente, de un modo casi existencial… y parte tras su maestro que va desapareciendo entre la bruma, tomando su camino sin exigir, invitando. Concluye el Adso anciano que narra la historia que nunca se arrepintió de su decisión, excepto, tal vez, de no haber sabido nunca su nombre.


EL MITO DE LA CAVERNA (Filosofía Platónica)

Platón presenta su mito más importante y conocido, el mito de la caverna. Platón dice expresamente que el mito quiere ser una metáfora de nuestra naturaleza respecto de su educación y de su falta de educación, es decir, sirve para ilustrar cuestiones relativas a la teoría del conocimiento. Pero tiene también claras implicaciones en otros dominios de la filosofía como la ontología, la antropología e incluso la política y la ética; algunos intérpretes han visto en él incluso implicaciones religiosas.  El mito describe nuestra situación respecto del conocimiento: al igual que los prisioneros de la caverna que sólo ven las sombras de los objetos, nosotros vivimos en la ignorancia cuando nuestras preocupaciones se refieren al mundo que se ofrece a los sentidos. Sólo la filosofía puede liberarnos y permitirnos salir de la caverna al mundo verdadero o Mundo de las Ideas.

Nos pide Platón imaginar que nosotros somos como unos prisioneros que habitan una caverna subterránea. Estos prisioneros desde niños están encadenados e inmóviles de tal modo que sólo pueden mirar y ver el fondo de la estancia. Detrás de ellos y en un plano más elevado hay un fuego que la ilumina; entre el fuego y los prisioneros hay un camino más alto al borde del cual se encuentra una pared o tabique, como el biombo que los titiriteros levantan delante del público para mostrar, por encima de él, los muñecos. Por el camino desfilan unos individuos, algunos de los cuales hablan, portando unas esculturas que representan distintos objetos (animales, árboles, objetos artificiales...). Dado que entre los individuos que pasean por el camino y los prisioneros se encuentra la pared, sobre el fondo sólo se proyectan las sombras de los objetos portados por dichos individuos. En esta situación los prisioneros creerían que las sombras que ven y el eco de las voces que oyen son la realidad.

Señala Platón que el prisionero liberado va poco a poco descubriendo niveles de realidad cada vez más auténticos: primero miraría los objetos del interior de la caverna y la luz del fuego presente en ella, después saldría al exterior de la caverna y vería primero las sombras de los objetos, después los reflejos de los objetos en el agua  y luego los objetos mismos. Finalmente percibiría el Sol, concluyendo que es lo que produce las estaciones y los años, gobierna todo el ámbito visible y que de algún modo es causa de las cosas que ellos habían visto. Al recordar su antigua morada, la sabiduría allí existente y a sus compañeros de cautiverio, se sentiría feliz y los compadecería; esa vida le parecería insoportable. Pero a pesar de todo, regresaría al mundo subterráneo y aunque pudiera perder la vida en el intento por mostrarse al principio torpe en ese mundo de las sombras y provocar las risas y el desprecio de sus compañeros, bajaría para ayudarles en su liberación. 
      
Platón nos da las principales claves para la interpretación del mito: debemos comparar la región visible con la morada-prisión y la luz del fuego que hay en ella con el poder del Sol. El ascenso y contemplación de las cosas exteriores (metáfora del Mundo de las Ideas) es semejante al camino del alma hacia el ámbito inteligible. Señala también que el objeto último y más difícil de alcanzar del mundo cognoscible es la Idea del Bien (simbolizado en el mito con el Sol, último objeto percibido por el prisionero liberado), causa de todas las cosas rectas y bellas; en el mundo visible ha engendrado la luz y al Sol, y en el ámbito inteligible es la productora de la verdad y de la inteligencia; es la realidad que es necesario ver para poder obrar con sabiduría tanto en lo privado como en lo público. 

miércoles, 26 de noviembre de 2014

LA NAVAJA DE OCCAM

LA NAVAJA DE OCCAM
Hay algo conocido como “la navaja de Occam”, es un viejo principio medieval que reza así:
Entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem.
Que significa lo siguiente:
Los entes no deben multiplicarse sin necesidad.
Esto quiere decir que:
Solo hay que presumir de las cosas realmente necesarias.

Es decir, elegir la solución más simple cuando haya algún tipo de duda. Esto es un dogma del sentido común y que resultó ser un modelo para aquellos que pretenden explicarse la realidad, es decir, todas aquellas personas que quieren saber todas las respuestas de todo, ya que estableció una metodología que ayudó a la ciencia desde entonces. Siempre se encuentran varios resultados a un fenómeno o hecho, y esto crea muchas dudas, pero lo que hay que hacer no es irse a  la respuesta más complicada, sino a la más sencilla que probablemente sea la que explica todo por completo.

 El principio de la navaja Occam (“Occam’s Razor” en inglés) se conoce también como “Principio de economía de pensamiento de Occam” y es utilizado como complemento de las leyes de la lógica y así poder burlar al pensamiento mágico que tanto daño hace.

Durante la primera mitad del S. XIV, en pleno oscurantismo medieval, un monje franciscano inglés llamado Guillermo de Occam (u Ockham según otras grafías) alumbró el camino con una idea simple pero afilada y poderosa como una navaja, de ahí el nombre. Sus tesis permitieron entre otras cosas separar por fin a la ciencia de la teología e iniciar la senda hacia una filosofía libre y abierta a la razón. Un pilar para la metodología científica.

La Navaja de Occam es un conocido principio científico que nos dice que ante varias posibles soluciones de un determinado problema la más sencilla es la que probablemente sea la correcta. No se sabe con seguridad si Guillermo de Occam nació en 1280 o 1288, pero lo que si se sabe es que fue fraile franciscano y filósofo inglés y que murió en 1349 por culpa de la peste negra.

Como buen franciscano practicó en vida la pobreza extrema pero también una aguda inteligencia, de hecho sus ideas fueron objeto de controversia en su tiempo. Tradicionalmente se ha considerado que fue convocado a Aviñón en 1324 por el Papa Juan XXII acusado de herejía y pasó cuatro años allí bajo arresto mientras sus enseñanzas y escritos eran investigados. Ahora sin embargo se cree que fue enviado a Aviñón para enseñar filosofía y fue allí donde se creó enemigos entre las filas de los seguidores de Santo Tomás de Aquino, quienes lo acusaron de enseñar herejías.

En 1328 el dirigente franciscano Miguel de Cesena solicitó a Occam que estudiase la controversia entre los franciscanos y el Papado sobre la doctrina de la pobreza apostólica, eje central de la doctrina franciscana pero patata caliente para el Papado y los dominicos. Occam concluyó que el Papa era un hereje y a su vez fue excomulgado por lo que no tuvo más remedio que salir por piernas de allí. Finalmente él y los suyos obtuvieron la protección del emperador Luis IV de Baviera.


Tuvo Guillermo suerte en una cosa: aunque fue perseguido, oficialmente su filosofía no fue condenada. Por ello el resto de su vida siguió escribiendo sobre asuntos políticos, la riqueza y la pobreza y acerca del choque evidente entre los derechos de papas y príncipes.