En
la época de Santo Tomás la obra de Aristóteles había llegado al
mundo cristiano de la mano de Averroes, a través del averroísmo
latino, en el que, entre otras cosas que contradecían el dogma
católico, se mantenía la teoría de la doble verdad: una era la
verdad de razón y otra era la verdad de fe, de tal manera que no
tenían por qué coincidir, e incluso, podían entrar en
contradicción.
Santo
Tomás rechaza esta teoría. Para él, las verdades de fe y las de
razón tienen que coincidir, ya que, según él, ambas provienen de
Dios. Si alguna vez la razón contradice a la revelación (palabra de
Dios), porque el hombre se halla equivocado, siempre es la razón la
que debe someterse a la fe.
Por
tanto, el pensamiento tomista ha consistido en un esfuerzo por
integrar la filosofía (aristotélica) con la teología, creyendo
útil la utilización de ambas para lograr la salvación. Aunque
ambas teorías son compatibles -según Aquino- son diferentes:
La
filosofía se ocupa de las verdades accesibles a la razón humana y
su alcance es limitado. Pero dado que la filosofía se preocupa por
el ser, sus causas y principios, esta debe estar coronada por la
metafísica y buscar la causa primera de todo ser, Dios.
A
la teología Santo Tomás la define como la doctrina de la
revelación, aquello que busca la palabra de Dios fundamentándose en
la fe. Mediante la fe se alcanza el conocimiento de aquello que se
encuentra más allá de los límites humanos. En el contenido de la
revelación, Santo Tomás distingue entre:
Lo
revelado: lo llama “artículos de fe”.
Consiste en una serie de conocimientos sobre Dios que han sido
reveladas por Él y que, por lo tanto, exceden de la capacidad de la
razón humana, por lo que se aceptan basándose en su autoridad y no
en evidencias y demostraciones. Son las también llamadas verdades de
fe.
Lo
revelable: lo llama “preámbulos de fe”.
Son también conocimientos sobre Dios, pero accesibles a la razón
humana. Son las explicaciones de la Biblia, que pueden ser explicadas
racionalmente. Son las también llamadas verdades de razón.
Ambas
son fuentes de conocimiento, pero la razón tiene un límite a partir
del cual se sitúa la fe, con lo que la fe aporta conocimientos que
la razón no puede alcanzar, viniendo así a perfeccionarla (este
concepto se puede relacionar con el de San Agustín de Hipona sobre
la fe y la razón).
POR ÁLVARO ALEMÁN RANDO.
¿De qué sugerencia mía parte esto? Trata de elaborar un discurso propio. Investiga, lee, contrasta información y cuando estés preparado haz tu aportación. Un artículo es algo más que un simple resumen o "corta-pega". Cuida la estética, incluye alguna imagen
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